La polémica no deja de perseguir a los duques de Sussex incluso meses después del funeral de Isabel II. Se ha revelado ahora que Harry y Meghan pidieron regresar a California en el Air Force One tras el sepelio, una petición denegada por Biden.
El avión presidencial habría supuesto todo un privilegio para los Sussex tras decir adiós a la Reina en el que fue su último acto como miembros de la realeza británica.
Pero la Casa Blanca consideró que acceder podría dañar las relaciones con la Corona y el nuevo rey Carlos III. Un revuelo innecesario en un momento tan delicado.
Harry y Meghan parecen buscar desesperadamente forjar una influencia política en Estados Unidos tras su salida de la monarquía.
Quizás pensaron que volar en el Air Force One les granjearía favores de Biden y les abriría puertas en Washington.
Pero la realidad es que ya no son miembros sénior de la realeza ni representantes de la Corona británica. Solo unos ciudadanos más para el gobierno estadounidense.
Su estatus principesco ya no supone un privilegio al otro lado del Atlántico. Deben labrarse su propio nombre lejos de títulos y protocolos.
Algo que a Meghan parece costarle aceptar, según se desprende de episodios como la petición del Air Force One.
Quizás en el fondo anhela conservar cierto estatus de celebridad que tenía como royal en Reino Unido.
Pero ni siquiera los Biden están dispuestos a concederles un trato especial. Su única influencia es la que generen por méritos propios.
A Harry también parece costarle asumir su nueva realidad lejos del Palacio de Buckingham y la Familia Real.
Se crió con el privilegio de pertenecer a una institución secular que marcaba su posición en el mundo.
Ahora debe encontrar su propia voz más allá de títulos y honores heredados. Y no es tarea sencilla cuando se nace príncipe.
Quizás los Sussex aún no han completado su transición de royals a ciudadanos corrientes. Pero ese proceso lleva tiempo y esfuerzo.
Con paciencia y humildad pueden ganarse el cariño y respeto del pueblo americano sin necesidad de artificios.
Solo desde la autenticidad y el compromiso desinteresado lograrán el éxito en esta nueva etapa vital.
Ojalá encuentren pronto su sentido de la vida lejos de la realeza. Tienen talento, inteligencia y recursos para triunfar por méritos propios.
Y quizás algún día, cuando las aguas se calmen, existe la posibilidad de una reconciliación con la Corona británica.
Por ahora, deseémosles lo mejor en la construcción de su nueva identidad, lejos de títulos y privilegios heredados. Tienen todo un futuro por delante.