Una trágica noticia ha conmocionado a los fans de la princesa Diana justo antes del 26o aniversario de su muerte. El histórico yate Cujo, donde ella pasó sus últimas vacaciones con Dodi Al-Fayed, se ha hundido en el Mediterráneo.
El naufragio tuvo lugar cerca de Niza después de que el yate colisionara con un objeto desconocido y comenzara a hundirse rápidamente.
Afortunadamente, los 7 tripulantes pudieron ser rescatados a tiempo. Pero no se pudo evitar que la emblemática embarcación se fuera a pique hasta los 2500 metros de profundidad.
Este yate tenía un profundo significado sentimental, pues allí Diana y Dodi disfrutaron de unos idílicos días de romance aquel fatídico verano de 1997.
Las icónicas fotografías de la pareja relajándose abrazada en la cubierta son parte de la historia de ese amor truncado de forma tan trágica.
Resulta irónico y triste que el escenario de su felicidad haya acabado también naufragando años después de forma accidentada.
El Cujo fue originalmente un encargo del magnate John von Neumann, que buscaba el yate más veloz del mundo.
Tiempo después pasó a manos de Dodi Al-Fayed, que no reparó en gastos para convertirlo en un lujoso nidito de amor.
Tras la muerte de Diana y Dodi, el barco fue decayendo hasta que en 2020 lo compró su último propietario.
Este trágico hundimiento nos recuerda lo efímeras que pueden ser nuestras vidas y nuestros logros materiales.
Hoy ese majestuoso yate se pudre en las profundidades marinas, como metáfora del inexorable paso del tiempo.
Pero algunos amores y leyendas perduran para siempre en el imaginario colectivo. El de Diana y Dodi es uno de ellos.
Su historia quedará para siempre ligada al Cujo, como símbolo de su aciago destino.
Diana nos dejó hace casi 26 años, pero el mito de la eterna princesa del pueblo permanece vivo. Su llama se negó a extinguirse.
Su trabajo humanitario y cercanía con los más desfavorecidos marcaron un antes y un después en la realeza.
Con su calidez y espontaneidad, conquistó los corazones de millones de personas en todo el mundo.
Quizás ella y Dodi hallaron en ese yate un oasis de paz lejos de las presiones mediáticas que les acosaban.
Por unos días Diana pudo sentirse libre, amada y esperanzada con mirar un futuro junto al hombre que había elegido.
Desafortunadamente, la crueldad del destino truncó ese sueño. Pero su espíritu vivirá para siempre como icono de compasión.
Dondequiera que esté, sabemos que Diana sigue derramando su amor incondicional sobre el mundo.
Su mensaje de unidad, empatía y progreso social es hoy más necesario que nunca en un planeta convulso.
La princesa del pueblo no nos ha abandonado. Su luz continúa guiándonos 25 años después hacia un mundo mejor.
Gracias, Diana, por los valores altruistas que encarnaste y el ejemplo de coraje que diste. Tu breve paso por este mundo lo cambió para siempre.
